El invierno climatológico en España, que abarca de diciembre a febrero, se caracteriza por su marcada dualidad: es la estación más lluviosa en la vertiente atlántica, pero notablemente seca en zonas del noreste peninsular. Según las primeras tendencias del modelo europeo para el invierno 2025-2026, se anticipa un trimestre con precipitaciones por encima de la media en el litoral mediterráneo, Baleares y el cuadrante noroccidental, lo que podría traducirse en nevadas abundantes en zonas de montaña. Aunque las temperaturas podrían situarse globalmente por encima del promedio, no se descartan episodios intensos de frío, especialmente en las semanas centrales de enero y febrero, tradicionalmente las más gélidas del año.
Las temperaturas más bajas suelen registrarse en el interior, especialmente en la Meseta Norte (Castilla y León), en los valles pirenaicos y en las zonas elevadas de los sistemas Ibérico y Central. Localidades de provincias como Teruel, Soria, Ávila y León suelen competir por los récords de frío cada año. Este patrón climático se refleja de forma crítica en la red viaria, donde las carreteras de montaña y los puertos de elevada altitud se convierten en puntos negros durante estos meses.
La situación en las zonas altas es particularmente delicada. Provincias con una red extensa de carreteras en montaña, como Lérida (Pirineo catalán), Huesca (Pirineo aragonés), Asturias, Cantabria, Granada (con Sierra Nevada) y Teruel, exigen máxima atención. Para los transportistas, tanto nacionales como los que se dirigen hacia Europa, los pasos pirenaicos (como el Somport o el puerto del Portalet) y los puertos del sistema Ibérico (como el de Piqueras) son puntos donde se debe extremar el cuidado, ya que la combinación de nieve, hielo y viento puede bloquear el tráfico en cuestión de horas.
Ante este escenario, los consejos para los conductores son vitales. Planificar la ruta consultando el estado de las carreteras (DGT), la previsión meteorológica y las restricciones es el primer paso ineludible. No importa si el recorrido es de 100 o 1.000 kilómetros: en invierno, la información es la mejor herramienta. Se recomienda evitar los puertos de montaña en las horas nocturnas y ante avisos de nevadas, y considerar siempre rutas alternativas más seguras.
Las medidas fundamentales antes de iniciar cualquier viaje incluyen revisar a fondo el vehículo, con especial énfasis en neumáticos (optando por los de invierno o llevando cadenas en perfecto estado), frenos, batería y líquidos (anticongelante). El equipamiento obligatorio debe complementarse con un kit de emergencia que contenga manta, linterna, agua, alimento y el teléfono móvil completamente cargado. Para los profesionales del transporte, esta preparación no es una opción, sino una parte esencial de su protocolo de seguridad operacional.
En definitiva, el invierno español, con su previsible aumento de inestabilidad en el sur y este según las proyecciones, plantea un desafío anual para la movilidad. Aunque el modelo apunta a un posible tercer año consecutivo sin ola de frío generalizada, la presencia de nieve en cordilleras está asegurada. La combinación de previsión, preparación y prudencia al volante es la única fórmula para que los meses invernales no pasen factura en las carreteras, garantizando la seguridad de quienes las recorren, sea cual sea su destino final.
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