España enfrenta una crisis estructural en el sector del transporte que amenaza con paralizar su economía. Según los últimos análisis, el déficit de conductores profesionales se sitúa entre 15 mil y 30 mil , una cifra alarmante para un sector que representa el 4,39 por ciento del PIB nacional y concentra el 5,4 por ciento del empleo en el país
Esta escasez se produce en un contexto donde la demanda no deja de crecer, especialmente durante campañas como el Black Friday y Navidad, cuando las vacantes en distribución y logística se duplican respecto al año anterior, superando las 3 mil 700 ofertas de empleo en apenas dos meses. El transporte, columna vertebral de nuestra cadena de suministro, muestra síntomas de agotamiento en un modelo que no logra atraer nuevos talentos.
Una profesión con arrugas: el envejecimiento de la plantilla
El perfil del transportista español refleja un envejecimiento progresivo que agrava la crisis. El 72 por ciento de los transportistas de mercancías supera los 50 años de edad, según la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM) .
Los datos de InfoJobs confirman esta tendencia: entre los conductores de camiones pesados, el 34 por ciento tiene entre 45 y 54 años y otro 32 por ciento entre 35 y 44 . Las reivindicaciones recientes sobre jubilación anticipada por la peligrosidad del puesto no son sino un síntoma más de este envejecimiento masivo. El sector parece haberse dormido en los laureles, sin prever la tormenta perfecta que se avecinaba: profesionales que se jubilan sin que lleguen relevos suficientes.
La asignatura pendiente: la mujer en el transporte
Frente a este panorama, la incorporación femenina emerge como solución lógica y necesaria, pero los datos revelan una realidad decepcionante. En España, las mujeres representan apenas el 2 por ciento de los conductores profesionales de camión, lo que se traduce en aproximadamente Cinco mil conductoras frente a un total de 250 mil chóferes .
Esta infrarrepresentación es aún más sangrante cuando comparamos con la media europea, donde la presencia femenina ya de por sí baja alcanza al menos el 3 por ciento.
La paradoja es evidente: un sector que clama por profesionales rechaza -consciente o inconscientemente- al 52 por ciento del talento potencial. Peor aún, esta exclusión ocurre a pesar de que las mujeres constituyen el 46,6 por ciento de la fuerza laboral española, porcentaje que cae a un 22,6 por ciento en el transporte y almacenamiento .
Barreras visibles e invisibles: ¿por qué ellas no llegan?
Los obstáculos para la incorporación femenina son múltiples y complejos, empezando por la propia cultura sectorial.
El transporte por carretera permanece anclado en una identidad tradicionalmente masculina, perceptible desde los permisos de conducción: solo un 4,26 por ciento de las personas con carné C (camión) son mujeres, porcentaje que se desploma a un 2,8 por ciento para el carné C+E (camión con remolques . La carencia de referentes visibles, los estereotipos arraigados y la falta de adaptación de las empresas disuaden a potenciales candidatas que podrían revitalizar el sector.
La seguridad: un desafío con género
Uno de los escollos más citados por las conductoras potenciales concierne a las condiciones de trabajo, especialmente la seguridad en las áreas de descanso.
Aquí, las estadísticas son estremecedoras: de las aproximadamente 380 mil plazas de aparcamiento para camiones calculadas en la Unión Europea solo 4 mil 943 están certificadas como seguras . Esta carencia crítica de infraestructuras adecuadas -con servicios básicos, vigilancia y condiciones de higiene- afecta desproporcionadamente a las mujeres, quienes legitimanamente temen por su seguridad durante las largas jornadas fuera de casa.
Iniciativas como la Plataforma Nacional de Aparcamiento Seguro y Protegido gestionada por el Ministerio de Transportes representan avances, pero resultan claramente insuficientes ante la magnitud del problema.
Hacia una solución integral: más allá del parche
La incorporación femenina masiva al transporte requiere acciones decididas y coordinadas entre instituciones, empresas y sociedad. Eventos como el Congreso Nacional de la Mujer en el Transporte -celebrado en marzo de 2025 y clausurado por el ministro Óscar Puente- demuestran una creciente concienciación institucional.
Asimismo, el reconocimiento «Mujeres en Ruta 2025» del Observatorio Latinoamericano de Género y Movilidad visibiliza buenas prácticas. Pero no bastan los gestos simbólicos. Se necesitan políticas activas: desde becas específicas para la formación, hasta mejoras tangibles en la seguridad vial, pasando por cambios culturales dentro de las propias empresas.
La crisis de transportistas no se resolverá ignorando a la mitad de la población. Al contrario, la plena incorporación femenina puede y debe ser el catalizador que transforme el sector, modernizándolo y haciéndolo más humano, diverso y atractivo para las generaciones venideras. El camino por recorrer es largo, pero el destino merece la pena.
Have any thoughts?
Share your reaction or leave a quick response — we’d love to hear what you think!