Según los académicos y los expertos ambientalistas el transporte sostenible es aquel que por el empleo de combustible sin emisiones reduce el impacto ambiental , promueve la eficiencia energética y fomenta la movilidad limpia.
En este grupo de transporte sostenible en Europa hoy se encuentran vehículos de transporte público o de bajas emisiones como los autobuses eléctricos, de hidrógeno o híbridos. Y están además los tranvías y metros en ciudades como Madrid, y Barcelona.
En el conjunto de transporte sostenible también están englobados los de movilidad compartida o micro movilidad, como las bicicletas, y patinetas eléctricas y de Baja Emisión como los coches eléctricos e híbridos, furgonetas y camiones de hidrógeno o eléctricos, para emplear en la logística urbana.
Y para respaldar el transporte sostenible también aparecen los ya famosos carriles para las bici, las calles peatonales , las súper manzanas, como la de Barcelona y las electro líneas y puntos de carga rápida.
Empresas como EMT Madrid o TMB Barcelona renuevan sus flotas con vehículos eléctricos e híbridos, mientras fabricantes como Irizar exportan autobuses cero emisiones a toda Europa. Plataformas como Bicing o Zity demuestran que la movilidad compartida es ya una realidad. Sin embargo, el desafío sigue siendo mayúsculo: las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), obligatorias en 2025 para ciudades grandes, exigen más infraestructura y conciencia.
El cambio comenzó con los acuerdos internacionales del Protocolo de Kioto de 1997 y el Acuerdo de París de 2015, pero fue la presión europea y la crisis climática las que han acelerado la transformación. España, donde el transporte representa la principal fuente de emisiones con el 30% del total, no podía esperar. Leyes como la de Cambio Climático (2021) y planes como el MOVES III marcan ahora el camino, aunque persisten retos, como la escasez de puntos de recarga.
La salud y la economía también impulsan la revolución verde. La contaminación del aire causa miles de muertes prematuras en Europa, y ciudades como Madrid o Barcelona han incumplido reiteradamente los límites legales. Además, reducir la dependencia del petróleo pues España importa el 70% de su energía, resulta clave para la autonomía estratégica. La electrificación no es solo ecología: es ahorro y resiliencia.
El futuro pasa por la innovación y la integración. Los corredores verdes para mercancías —combinando tren y transporte eléctrico de última milla— y el hidrógeno para largas distancias son las próximas fronteras dicen los textos consultados. Pero el éxito dependerá de que los ciudadanos, las empresas y las instituciones canalicen sus objetivos en la misma dirección. Como dice un experto en movilidad: «No hay plan B, y tampoco hay plan B para descarbonizar el transporte».
El mensaje es claro: la sostenibilidad ya no es un añadido, sino el corazón de la movilidad. España avanza, pero el ritmo debe acelerarse señalan los estudiosos del problema. Cada bicicleta, cada autobús eléctrico y cada calle peatonal son piezas de un ajedrez que define cómo vivirán y respiraran mañana las ciudades.
Un detalle , hoy Madrid se mueve de forma más verde.
El cielo azul que hoy luce sobre la Plaza de Cibeles no es casualidad: Madrid ha reducido un 35% la contaminación en el centro desde 2018. ¿La clave? Una revolución silenciosa en su movilidad que combina restricciones, tecnología y cambio de hábitos.
Hay menos tráfico en el corazón de la ciudad, los madrileños cumplen las normas, luego de múltiples polemices, crece el transporte eléctrico y el de hidrógeno, hay más bicicletas, carrieles para las bici, hay más aceras y más vías peatonales.
Sin embargo, aún no son suficientes los puntos de recarga, y muchas aéreas están ocupadas por parqueos de vehículos, en tanto también se aspira a cambiar totalmente la matriz energética del metro.
La meta es que Madrid reduzca un 50 porciento las emisiones del transporte para 2030, un largo camino cuyos cimientos ya están puestos. Así dicen los madrileños.
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