Bruselas ha puesto sobre la mesa una apuesta contundente por la descarbonización del sector del transporte, uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero en Europa.
La Comisión Europea ha destinado más de 600 millones de euros en subvenciones a 70 proyectos desplegados en 24 países, con un objetivo claro: electrificar las carreteras y puertos europeos y fomentar combustibles alternativos como el hidrógeno.
Esta decisión, adoptada tras la selección por los Estados miembros el pasado 13 de noviembre, representa un paso tangible para materializar la red transeuropea de transporte (RTE-T) del futuro.
El núcleo de esta inversión se centra en la electrificación masiva. Los fondos permitirán instalar más de 3.000 nuevos puntos de recarga de alta potencia a lo largo de los principales corredores comerciales. De ellos, 2.000 estarán específicamente dedicados a camiones, con potencias de hasta 1 MW, una capacidad esencial para garantizar tiempos de parada operativos para el transporte de mercancías. Además, 16 aeropuertos electrificarán sus operaciones en tierra, atacando así las emisiones de la aviación desde los vuelos.
Paralelamente, Bruselas apuesta por una estrategia multicombustible. La economía del hidrógeno recibirá un impulso con la construcción de 38 nuevas estaciones de servicio para vehículos pesados y ligeros.
En el ámbito marítimo, 24 puertos integrarán tecnologías más limpias, como el suministro eléctrico en tierra para buques atracados o infraestructura para amoníaco y metanol, combustibles alternativos clave para la navegación de larga distancia.
Expertos: Un salto necesario, pero con desafíos pendientes
Paloma Aba Garrote, directora de la Agencia Ejecutiva Europea de Clima (CINEA), subraya la ambición del plan: «Este importante apoyo acelerará la transición del sector del transporte hacia un futuro sostenible… demuestra la ambición de la UE de convertir la movilidad sin emisiones en una realidad cotidiana». Sin embargo, analistas del sector advierten que el despliegue de infraestructura es solo el primer paso. «La inversión es crucial y llega en un momento clave para dar señales al mercado», señala un consultor especializado en logística, «pero los desafíos persisten: desde la capacidad real de la red eléctrica para soportar picos de demanda simultáneos de megacargadores hasta la estandarización técnica y la formación de operadores. La planificación de rutas para flotas eléctricas, considerando la disponibilidad de carga y las condiciones climáticas, es otro reto operativo monumental».
La convocatoria, que agotó sus fondos disponibles, forma parte del Mecanismo ‘Conectar Europa’ y del Fondo de Innovación. La Comisión evalúa ahora reasignaciones presupuestarias y prepara una nueva convocatoria, indicando que la demanda de ayudas supera la oferta. Este movimiento financiero refleja una carrera contra el reloj para cumplir con los objetivos del Reglamento AFIR y los paquetes ‘Fit for 55’, en un camino donde la coordinación entre infraestructura, vehículos y gestión de la energía será tan crítica como la inversión inicial.
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