El Futuro del Transporte Urbano en 2025: Entre la Promesa Tecnológica y los Desafíos Sociales

by Marisela Presa

El reciente hito de los robotaxis de Amazon, que han obtenido permiso para circular en vías públicas, marca un punto de inflexión en la movilidad española.

Este avance, enmarcado en la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada 2030 del Gobierno de España, evidencia cómo la inteligencia artificial y la sensorización avanzada están dejando los laboratorios para integrarse en nuestro día a día.

Estos vehículos, capaces de navegar, evitar obstáculos y optimizar rutas de forma autónoma, prometen ser la punta de lanza de una revolución que aspira a redefinir el espacio urbano.

La promesa de esta transformación es doble: sostenibilidad y eficiencia. Según expertos del sector, como los citados por el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), la transición hacia una movilidad conectada y autónoma (V2X) podría reducir significativamente la congestión y las emisiones contaminantes.

El objetivo último es un ecosistema de transporte donde los vehículos compartidos y sin conductor optimicen el tráfico de forma sistémica, disminuyendo la necesidad del vehículo privado y mejorando la calidad del aire en nuestras ciudades, un desafío prioritario en la agenda europea.

Sin embargo, la euforia tecnológica no está exenta de voces críticas que urgen a una reflexión profunda. Investigadores españoles, como la catedrática de Urbanística en la Universidad Politécnica de Madrid, Esther Higueras, advierten del riesgo de una «transición deshumanizadora». Subrayan que la tecnología debe estar al servicio de las personas y no al revés, y alertan sobre posibles brechas sociales. ¿Qué pasará con las personas mayores o con menos recursos tecnológicos? ¿Cómo se garantizará la accesibilidad universal en un sistema basado en aplicaciones y algoritmos?

El debate ético y legal es otro de los frentes abiertos. La Directiva de Inteligencia Artificial de la UE y la legislación nacional en ciernes buscan establecer un marco para la responsabilidad civil en caso de accidentes con vehículos autónomos.

La pregunta de «quién responde» cuando no hay un conductor humano al volante sigue siendo un rompecabezas jurídico por resolver completamente. La ciberseguridad y la protección de los ingentes datos que recopilan estos vehículos son también motivo de preocupación para Agencia Española de Protección de Datos. AEPD,  que es  el organismo público independiente encargado de velar por el cumplimiento de la legislación sobre protección de datos personales en España y de garantizar el derecho fundamental a la protección de datos de los ciudadanos.

Quiero precisar que los vehículos autónomos recopilan, procesan y transmiten ingentes cantidades de datos personales en tiempo real. Esto incluyen datos de los pasajeros, (identidad, rutinas, destinos frecuentes, formas de pago), datos biométricos (en algunos casos, para la identificación del usuario),  vídeo y audio del interior y el exterior del vehículo, que puede capturar imágenes de peatones, otros conductores y matrículas.

Toda esta información es extremadamente sensible por lo cual la AEPD sería la autoridad encargada de Investigar si el tratamiento de estos datos por parte de empresas como Amazon se realiza de forma lícita, transparente y segura  así como de que se respetan los derechos de los ciudadanos (por ejemplo, el derecho a saber qué datos se recogen o a oponerse a ser grabado en la vía pública).

También estaría responsabilizada de imponer sanciones si se produce una filtración o un uso indebido de esta información, en tanto su acción es crucial pues  junto con los avances tecnológicos, la privacidad y la seguridad de los datos se erigen como uno de los principales pilares regulatorios y de preocupación social.

Y bueno, más allá de los coches autónomos, el futuro del transporte se vislumbra multimodal e interconectado. Los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) de ciudades como Barcelona o Valencia ya no solo hablan de robotaxis, sino de la integración de estos con una red de transporte público electrificado, carriles bici de alta capacidad y soluciones de micromovilidad (patinetes y bicis eléctricas). La clave, señalan los expertos, no está en una única tecnología milagrosa, sino en crear un ecosistema resiliente donde todas ellas cooperen.

En conclusión, el año 2025 se presenta como un momento crucial, un laboratorio a escala real donde se están decidiendo los cimientos de la movilidad del futuro.

La llegada de los robotaxis es un símbolo poderoso de este cambio, pero el camino hacia una movilidad verdaderamente inteligente y justa requiere superar importantes desafíos técnicos, legales y, sobre todo, sociales. El éxito no se medirá solo por la sofisticación de la tecnología, sino por su capacidad para crear ciudades más habitables, inclusivas y sostenibles para todos sus ciudadanos.

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