El Reto Logístico del Comercio Electrónico: Transformación o Colapso para los Transportistas

by Marisela Presa

El comercio electrónico en España no deja de crecer. Según las previsiones de UNO Logística, el sector experimentará un crecimiento del 5,4% en 2025, lo que se traduce en volúmenes de envíos sin precedentes: solo en 2024 se gestionaron 1.303 millones de envíos, un 8,6% más que el año anterior.

Esta expansión, aunque positiva para la economía, ejerce una presión extrema sobre los transportistas, quienes deben afrontar demandas cada vez más exigentes en términos de velocidad, flexibilidad y eficiencia. Los consumidores españoles son hoy menos tolerantes: el 54% no acepta retrasos en las entregas y cambiaría de marca si estos ocurren, mientras que el 77% valora especialmente las opciones rápidas y adaptadas a sus horarios.  En este contexto, la logística ya no es un simple soporte operativo, sino un factor estratégico que puede definir el éxito o el fracaso de un negocio online.

La última milla se ha convertido en el gran cuello de botella. Este tramo final del proceso de entrega concentra los mayores desafíos: congestión urbana, altos costes operativos y expectativas de inmediatez por parte del consumidor.

Francisco Aranda, presidente de UNO Logística, subraya que la competitividad obliga a invertir en digitalización, optimización de rutas, agrupación de entregas y mejora de la logística inversa. Tecnologías como la inteligencia artificial para la previsión de demanda o herramientas de gestión proactiva de incidencias (como Exwarning de TDI) son ya imprescindibles para anticipar problemas y evitar fallos en la entrega. Sin embargo, la implementación de estas soluciones requiere inversiones masivas que no todas las empresas, especialmente las pymes, pueden asumir.

La sostenibilidad emerge como otro eje crítico. El transporte es responsable de aproximadamente el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero en España, y la creciente actividad logística asociada al ecommerce agrava este impacto. Los consumidores y las regulaciones exigen cada vez más prácticas descarbonizadoras: desde la electrificación de flotas hasta el uso de embalajes sostenibles o la optimización de rutas para reducir kilómetros.

No obstante, este cambio conlleva costes elevados y desafíos técnicos. Según un estudio, solo el 36% de los compradores considera que los ecommerce aplican medidas sostenibles suficientes, lo que indica un largo camino por recorrer.

Los costes logísticos y la gestión de devoluciones presionan los márgenes. Para los retailers, el coste de la entrega es el principal reto (30,77%), seguido de la experiencia del cliente y el seguimiento del pedido (17,31%). Además, las devoluciones suponen un quebradero de cabeza: aunque el 53,85% de las marcas mantiene una tasa inferior al 5%, su gestión eficiente requiere sistemas ágiles y costosos. La externalización de la logística (utilizada por el 59,62% de las empresas) es una opción común para ganar eficiencia, pero implica ceder control y depender de operadores externos.

El marco regulatorio y la escasez de talento complican el panorama. La irrupción de normativas como las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) obliga a los transportistas a modernizar flotas y ajustar rutas, incrementando sus costes operativos. Además, el sector enfrenta una urgente necesidad de relevo generacional.

Francisco Aranda advierte sobre la necesidad de impulsar la capacitación profesional y atraer talento joven para asegurar el futuro de la logística en España. Sin una fuerza laboral cualificada, será imposible mantener el ritmo de innovación que exige el ecommerce.

En conclusión, los transportistas españoles se encuentran en una encrucijada. Deben balancear la inversión en tecnología y sostenibilidad con la presión por reducir costes y mejorar la eficiencia. Quienes logren integrar digitalización, colaboración intermodal y modelos circulares no solo sobrevivirán, sino que liderarán la transformación del sector.

El comercio electrónico ya no es una tendencia pasajera; es un cambio estructural que redefine la logística como un elemento central de la competitividad económica. La adaptación no es opcional: es una cuestión de supervivencia.

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